La nueva política antiinflacionaria

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La columna de Horacio Lachman

 

La baja de la inflación a un dígito que se anticipa para abril y mayo no es un logro significativo. A lo sumo, el Gobierno puede afirmar que se retornó a la altísima inflación que recibió. No tiene mayor seriedad afirmar que se venía de una hiperinflación. Los economistas serios de todas las tendencias afirman que en diciembre hubo una sobre-devaluación que aceleró los precios. La devaluación fue largamente anticipada por el nuevo Gobierno, algo que es obvio que nunca puede hacerse, y también se sabía de muy fuertes aumentos tarifarios.

El salto de los precios desde fines de noviembre fue estimulado por el desprecio claramente asumido de las nuevas autoridades por el peso argentino y, luego, por el establecimiento de tasas de interés ridículamente bajas. Esa es la explicación de la aceleración de la inflación al 25% en diciembre, a lo que se sumó la desregulación absoluta de los precios en todos los niveles, prepagas incluidas.

Inflación

El “logro” de volver a los graves niveles de inflación que recibió lo está logrando con políticas de precios claramente distorsivas, distintas a las del Gobierno anterior, pero igualmente dañinas e insostenibles.

Un disciplinamiento a las prepagas de pocos antecedentes y el cuestionamiento a los “formadoras de precios” -categoría económica que se pretendía sacar del diccionario- para que revisen sus decisiones y sigan la opinión de los burócratas, reflejan la liviandad en materia doctrinaria.

Para llegar a este inestable nivel de un dígito se apeló, en primer lugar, al atraso del tipo de cambio, con una tasa de devaluación preanunciada del 2% mensual. Estas políticas se parecen mucho a la “tablita” cambiaria de Martínez de Hoz porque favorece la entrada de capitales golondrinas, que ingresan para aprovechar la alta tasa en dólares que puede obtenerse con colocaciones en pesos en el país (el llamado carry trade). Como ocurrió ya en el pasado, primero se genera una artificial abundancia de divisas y, apenas se vislumbra que la devaluación puede ser alta, los fondos se retiran masivamente junto con las grandes ganancias obtenidas, provocando crisis externas como las que se vivieron al caer Martínez de Hoz, al fin de la convertibilidad o en la crisis del 2018.

Postergación

Por otra parte, se están postergando por largos meses los ajustes tarifarios, lo que implica que se mantienen activos muchos subsidios a las tarifas que regían durante el Gobierno anterior. Para lograr resultados que no hagan necesaria la emisión, se apela a mecanismos insostenibles.

Uno de los principales es la acumulación de deuda con el sistema energético y con todo tipos de proveedores, lo que da lugar a una artificial contención de la emisión. El otro es, desde luego, la licuadora de jubilaciones y la paralización de la inversión pública.

Cambios

Pero esos instrumentos se van agotando. Las necesidades políticas llevaron a poner en marcha una recuperación de las jubilaciones y pensiones. También a pactar con los gobernadores, reanudando el envío de partidas. Hay obras vitales para la economía nacional que el Gobierno se ve obligado a volver a financiar. En cuanto al extraordinario aumento de la deuda flotante, es obvio que tiene que revertirse porque sino va a terminar destruyendo la mínima seguridad jurídica en el país. Ya se anunció para julio el pago de la millonaria deuda con CAMMESA, pero se anticipó que con ello volverá a aparecer el déficit fiscal.

Más lentamente, se piensa ir introduciendo los temidos ajustes tarifarios monumentales que se necesitan para lograr la meta de déficit fiscal 0, que todos los técnicos consideran desproporcionada e irrealizable para un sólo ejercicio . Cuando lo vaya haciendo, introducirá nuevas presiones inflacionarias que luego serán retroalimentadas por la necesidad de volver a actualizar las que se ajustaron en el comienzo.

Pero lo más grave es que la depresión a la que se está llevando a la economía con esta estrategia es un costo político terrible que, además, provoca una muy peligrosa caída de la recaudación difícil de compensar.

Política

Este desprolijo programa de shock antiinflacionario sólo se explica por el apuro para lograr la reinserción del país en el mercado de capitales, la rápida valorización de los bonos de la deuda externa y el acceso a nuevo endeudamiento financiero. Se busca en el carry trade especulativo, que debería estar severamente restringido, la base para el progreso de la economía argentina.

 

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