Mejoras de “patas cortas”

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Al concluir 2016 comenzaron por fin a advertirse en la actividad económica algunos “brotes verdes” que indicarían que se está deteniendo el proceso recesivo. Se advierte una evolución positiva en dos sectores clave, como la producción de automotores y los despachos de cemento, que de ninguna manera garantizan que 2017 siquiera recupere lo perdido en 2016, pero podrían dar paso a indicadores favorables.

El cambio de tendencia se produce en el marco de un elevado déficit fiscal y del sector externo, de forma que la economía muestra graves desequilibrios macroeconómicos que le quitan sustentabilidad al crecimiento económico. El doloroso “ajuste” realizado durante 2016 poco aportó a solucionar los problemas de fondo de la economía argentina, de forma que el único impulso que se advierte es el plan de obras públicas, cuya ejecución implica acentuar el deterioro de las cuentas del Estado y, por ende, puede encontrar límites en su financiamiento en el mediano plazo. El recurso del endeudamiento externo en una economía con déficit fiscal y del sector externo tiende a encarecerse y agotarse. Mucho más en el contexto de aumento de las tasas de interés internacionales y del fuerte proteccionismo que caracteriza al mundo en la era Trump.

El gobierno reconoció la gravedad de la situación fiscal y muestra disposición para atacar el tema como tarea prioritaria. La seriedad de esas intensiones en el año electoral quedó plasmada por la transferencia de 25 mil millones de pesos adicionales a la provincia de Buenos Aires, que no afectarán -quedó en claro- la coparticipación de las demás provincias.

Habrá sí grandes y constantes aumentos en los precios de los servicios públicos, como dan cuenta la suba sustancial de peajes y parquímetros. Además, los impuestos municipales sufrirán incrementos muy superiores a los niveles a los que el gobierno quiere atar las expectativas de inflación. Así, no cabe esperar una recuperación de la capacidad de consumo.

Según informó la Secretaría de Hacienda, las inversiones consolidadas en 2016 fueron de 59.511 millones de dólares, apenas un 12% del producto y muy por debajo de la tasa de la última década (19%). El consenso de economistas estima que para crecer en forma sostenida debería alcanzarse el 25% del producto.

Los desequilibrios macro, la caída del mercado interno y un pronunciado atraso cambiario, le restan todo atractivo a la inversión privada. En este sentido, la encuesta de expectativa de la industria para el trimestre diciembre-febrero que hizo el INDEC es reveladora. En cuanto a la evolución de la demanda interna, un 49,7% de los consultados anticipa un nivel estable, un 32,4% prevé una baja, y sólo un 17,9% un aumento. En materia de exportaciones, las proyecciones de caída y de aumento son prácticamente idénticas, y en cuanto a las dotaciones de personal, el 82,2% las mantendría estable, el 11% prevé una disminución, y sólo el 6,8% anticipa una suba.

En definitiva, el único impulso proviene de un plan de obras públicas cuyo ritmo se haría muy difícil de sustentar después de las elecciones. El modelo lleva a la devaluación y a un ajuste fiscal en serio antes de finalizar el año.