El FMI reconoce la magnitud de la crisis

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Pese a los costosos ajustes que el acuerdo con el FMI implica, el reporte del organismo internacional reconoció la posibilidad de que la deuda argentina no sea sustentable, aunque le asignó a ese escenario una baja probabilidad. Sin embargo, el reporte de los técnicos del FMI señaló la gran vulnerabilidad de la Argentina frente a un shock externo, en momentos en que las condiciones internacionales de la economía mundial hacen que acontecimientos de esa naturaleza sean sumamente probables. La principal causa de los peligros, que enfrentan principalmente los países endeudados, es la tendencia ascendente de las tasas de interés en Estados Unidos, que transforman a ese país en una aspiradora de fondos de todo el mundo y especialmente de los países con más alto riesgo.

Sin embargo, el aumento de las tasas de interés, asociado al buen desempeño de la economía norteamericana que lleva a la Reserva Federal de ese país a poner sus prioridades en enfrentar los peligros de la inflación, estaba prevista desde hace ya varios años atrás, sin tomar por sorpresa a nadie. Hasta ahora esa situación sólo desató una gigantesca corrida cambiaria que exigió del apoyo del FMI para poder contenerse y no transformarse en default, y tuvo su mayor impacto -por larga ventaja- en la Argentina. Sólo Turquía tuvo un escenario que guarda alguna relación con el vivido por el país, pero de mucha menor magnitud. En varios países del mundo hubo devaluaciones y subas de tasas de interés, pero todas esas reacciones fueron insignificantes frente al caso argentino.

Que el país enfrente el peligro de no poder hacer frente a su deuda externa, como ocurrió con la deuda generado en los tramos finales de la convertibilidad y aun contando con el cuantioso apoyo del FMI, obliga a realizar un diagnóstico de cómo se llegó a esta dramática situación y analizar los caminos para superarla. Debe tenerse en cuanta el gigantesco costo en términos productivos y sociales de aquella crisis de hace solo 17 años para comprender que hay que buscar las causas del desastre para poder enfrentarlo hoy.

El hecho de que el gobierno reitere una y otra vez que se siguió el camino correcto y que los lineamientos se mantendrán inalterables, que todo se debe principalmente a la herencia recibida tres años atrás, a una tormenta internacional y a la sequía pero que la política económica fue la correcta, es realmente muy peligroso.

Pese a la difícil situación heredada (con déficits gemelos externo y fiscal), los principales factores que desataron la crisis fueron sin duda el elevado endeudamiento externo y la bomba de las Lebacs, generada por el ingreso de capitales golondrinas que vinieron a lucrar con las tasas de interés para salir masivamente con las altas ganancias dolarizadas cuando el país mostró signos de debilidad. Los peligros de esa política fueron advertidos por los economistas de todas las tendencias, desde Lavagna a Melconian y desde Milei a Kicillof. El gobierno respondía que no había peligro alguno, que el país estaba poco endeudado y que el stock de Lebacs era absolutamente manejable y siguió endeudándose. Como solución que reflejó la continuidad de la política económica, transformó el stock de Lebacs en deuda en dólares de corto plazo y las Leliq a sólo siete días de plazo, sin poner plazo alguno para la liquidación de divisas de la exportación, ni límite a la compra de divisas y la salida de capitales del país.

Desregular completamente el mercado cambiario es una política que puede ponerse en discusión, pero sólo puede ser considerada por un país que superó por completo su déficit fiscal, tiene un holgado superávit en la cuenta corriente del balance de pagos, tiene estabilidad económica, y generó a lo largo del tiempo una gran confianza en su política económica, lo que se traduce en bajas tasas internas de interés y un reducido riesgo país. Ninguna de esas condiciones se daban mínimamente en el país y de esa forma se transformaron graves desequilibrios en una crisis que lleva al país al borde de la cesación de pagos.

Más allá de los cuestionamientos que le caben a toda la política económica, el responsable directo de esta situación mereció elogios por su desempeño de todo el gobierno, se afirmó desde el poder que jugaba en la Champions League y fue promovido de secretario de Hacienda a ministro de Finanzas y luego a presidente del Banco Central, de donde se retiró dando un irresponsable portazo en medio de la negociación con el FMI.