Un año para el olvido

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Los números macro de 2016, como se repitió en varios análisis, “son para el olvido”. La caída de la actividad económica, que en el Presupuesto Nacional sancionado a fines de noviembre está estimada en 1,5%, terminó el año con un retroceso del 2,5 % según la mayoría de las consultoras. La inflación, que en marzo el ex ministro Alfonso Prat Gay estimaba en 25% anual, terminó en 41% en Ciudad de Buenos Aires y en niveles semejantes según los indicadores de las consultoras. No tendremos el indicador anual del INDEC porque la emergencia estadística nos dejó sin valores anuales. Los pequeños “brotes verdes” sobre el fin del año son el hecho auspicioso.

Para el Banco Mundial, según su reciente informe sobre Perspectivas Económicas Globales, el PBI en el país cayó un 2,3% en 2016. Pero también el crecimiento para este año se encuentra sensiblemente por debajo de las estimaciones del Presupuesto, que fijaba como meta hace unos pocos meses un 3,5% de expansión. Sería, según el organismo financiero internacional, del 2,7%, cuando en su estimación anterior esperaba un alza del 3,1%. Una caída del 2,3% en 2016 con una suba del 2,7% en el año en curso dejaría como saldo un crecimiento nulo en dos años. A fin de 2017, volveríamos al nivel de fines de 2015.

El dato positivo es la aparición de “brotes verdes” en noviembre y diciembre en algunos insumos de la construcción, en fabricación de autos, y unos pocos rubros más. El agotamiento del stock automotor de Brasil, que permitió el aumento de exportaciones con ese destino y obviamente la incidencia del plan de obras públicas luego de caídas de dos dígitos en la construcción durante la mayor parte del año pasado, permitirían que la curva de actividad económica mensual tome una suave inclinación ascendente. Pronto comenzarán a conocerse estos valores.

De todas formas, se está lejos de una reactivación generalizada. En estos días, Alpargatas cerró dos plantas de las nueve que tiene por la caída de la demanda y la presión de las importaciones. La producción de acero crudo, que tuvo durante todo 2016 una caída del 17,9% respecto de 2015, tuvo en diciembre una caída interanual del 15,9% e incluso fue un 13% menor a la de noviembre. Caídas de gran magnitud muestran también la producción de hierro primario y de laminados.

El éxito del blanqueo puede incidir favorablemente sobre las expectativas, pero se agota en el corto plazo. El recurso de poder dejar los fondos blanqueados en el exterior y los temores a un mayor control internacional permitieron resultados muy significativos en las cifras, del orden de los 120 mil millones de dólares. De todas formas, el impacto fiscal de las tasas pagadas por quienes blanqueen rondaría el 1% del PBI. La importancia de la cifra es que permitió cumplir con la meta del 4,8% del déficit fiscal primario para este año, que podría haber sido fácilmente desbordada. Sin embargo, no es tan significativa si se advierte que al 4,8% de déficit primario hay que sumar la carga de intereses, el déficit de las provincias, y también un déficit de un punto del PBI que por lo menos representaron los intereses pagados por las Letras del Banco Central.

Los “brotes verdes” en materia antiinflacionaria se revelaron en el incremento de IPC del INDEC del 1,2% en diciembre. Fue favorecido por la ausencia de incrementos tarifarios y bajas estacionales de las verduras, del 11%. Debe tenerse en cuenta que las llamada inflación núcleo del INDEC alcanzó al 1,7%, equivalente a una inflación del 22,4% anual. Vamos a ver cómo arranca el año con los fuertes aumentos tarifarios que se anticipan. Los índices de precios alcanzados con anclaje en un tipo de cambio ya muy atrasado, tienen un dique de contención precario. Cuando comience a resentirse el ingreso de capitales, por efecto Trump o simplemente por la acumulación de endeudamiento, el dólar puede pasar a jugar un rol inflacionario, tal como ocurrió cuando se salió del cepo cambiario un año atrás.