La columna de Horacio Lachman.
La realidad y los pronósticos
Con el respeto que les cabe a la labor que desarrollan en materia de pronósticos el Gobierno, los organismos internacionales y las consultoras locales, es conveniente analizar los criterios con los que realizan sus proyecciones.
INDEC
Un caso evidente es la estimación de la evolución del costo de vida que practican. En este sentido, ya quedó absolutamente claro (porque lo que reconoció el propio jefe de Gabinete en su reciente exposición ante el Congreso) que la base para determinar la canasta de consumo y, en ese sentido, la evolución del índice que elabora mensualmente el INDEC, está desactualizada. Se usa como base una encuesta vieja, que data de 2004, donde la estructura del gasto de las familias era bien distinta a la actual.
Francos informó que, como se sabía, el organismo estadístico ya disponía del indicador elaborado de acuerdo a una metodología más adecuada, que ya se habían hecho los análisis técnicos correspondientes a la nueva serie y que pronto se comenzaría a difundir.
Error de medición
Durante el año pasado, en la búsqueda de un cambio significativo de los precios relativos que se aplicó para reducir los subsidios, hubo grandes tarifazos que en vastos sectores de la sociedad implicaron que la porción del ingreso mensual destinado a los servicios (en particular los públicos pero también los privados) fuera sustancialmente mayor a la utilizada. Este hecho se agrava por la fijación como ancla del dólar que ejerce más presión sobre los bienes que sobre los servicios. De esa forma, cada aumento adicional en tarifas, prepagas o internet, tiene un impacto más negativo sobre la capacidad que los números que se difunden.
El error en la medición sería significativo y, en general, se estimó alrededor del 17% anual. Ello implica subestimar la caída del salario real y el nivel de pobreza.
El gobierno aduce, para postergar el cambio en las ponderaciones, que está buscando el momento oportuno para evitar que se piense que está manipulando las cifras. Sin embargo, tampoco el resto de las proyecciones consideran, por lo general, este hecho. Posiblemente porque el “mérito” del consultor sea que el número que elaboran sea lo más parecido posible al del INDEC.
Acontecimientos disruptivos
Tampoco consideran que se produzcan acontecimientos disruptivos, muy frecuentes entre nosotros por la fragilidad de la macro y la deficiencia de las políticas económicas que se aplican. Por ejemplo, el reciente ahogo financiero que sufría el país (que provocó una virtual corrida hasta que ingresó el préstamo del FMI), dio lugar a expectativas de devaluación que se tradujeron en la aplicación de fuertes aumentos de precios preventivos desde fines del mes pasado. Parecieran incluso despreciados al proyectar los precios de marzo y las estimaciones iniciales de abril.
Aunque la modificación de la política cambiara (con el pasaje del régimen de devaluaciones mensuales iguales preanunciadas, a una banda de flotación) no parece tener efecto significativo sobre la paridad, la inflación de marzo dio un salto. Influyen en ello la pequeña devaluación inicial, pero, especialmente el hecho de que la flotación introduce más incertidumbre y por ello muchos toman precauciones al evaluar sus costos de reposición.
Relevamiento de Expectativas
De todas formas hoy todos afirman que hasta junio o julio habrá aumentos próximos a los de marzo, que nos aparten ya bastante de los valores sobre los que se basaba el plan económico y que fueran convalidados también por las consultoras en el “Relevamiento de Expectativas” que realiza el Banco Central. Pero muchos parecen haber actualizado la proyección de inflación anual de forma muy modesta. Parecen no incorporar la perspectiva de que una inflación alta obligaría al gobierno (más allá de que cuenta con los dólares necesarios para intervenir) a aceptar que la cotización pase a acercarse al techo de la banda y ello, en alguna proporción, pasaría a precios.
De la misma manera, hoy parece ignorarse el impacto sobre la actividad económica de esta fuerte aceleración inflacionaria y no prevén mayores cambios al ritmo del crecimiento económico que se venía anticipando en el escenario que prevaleció desde fines del año pasado. Una mayor caída del salario real, un fuerte aumento de la oferta de bienes importados, la mayor tasa de interés o el temor a los préstamos indexados y en dólares obligaría, por lo menos, a advertir que los cálculos anteriores a esta crisis están sujetos a grandes interrogantes.
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