La columna de Horacio Lachman.
Son momentos difíciles donde, por la incertidumbre cambiaria, las empresas no saben a qué precio vender y desde el Estado y las cámaras empresarias presionan para frenar los envíos de nuevas listas ya confeccionadas. También, como lo registran las encuestas, cunde el temor al desempleo ante el creciente número de firmas que cierran o se ven obligadas a reducir su planta de personal.
Macro
Muchas opiniones de periodistas especializados, economistas de prestigiosas consultoras y altos funcionarios, afirman que lo que pasa es que las “mejoras de la macro aún no llegaron a la micro”, pero que “el sacrificio permitió que se construyan los cimientos sobre los que podrá apoyarse a partir de ahora un sólido edificio”.
¿Como puede creerse que la macro está bien cuando estamos, por lo menos desde marzo pasado, en permanentes crisis cambiarias, pese a que somos el país del mundo que, de lejos, recibió los mayores paquetes de ayuda del FMI y un pleno respaldo de Estados Unidos? A pesar de los múltiples salvatajes sin precedentes recibidos, perdones por incumplimientos y flexibilización de compromisos, desde hace siete meses continúa una corrida que desafía al régimen cambiario y la economía está en franca recesión con renovadas presiones inflacionarias.
¿Puede decirse, en ese escenario, que “la macro está bien” porque se alcanzó un discutible equilibrio de caja del Tesoro a fuerza de vetos y Decretos de Necesidad y Urgencia del Ejecutivo y postergaciones de pago y acumulando demandas judiciales de los gobernadores? Esa forma de implementar un ajuste fiscal es endeble, pero, aún cuando pudiera sostenerse, todas las demás variables que definen la macro de un país están completamente alejadas del equilibrio.
Ajuste
En primer lugar, es evidente que todos los precios relativos están desalineados:
1) Los precios locales en dólares son excesivamente altos.
2) Se descuentan próximos saltos de la paridad cambiaria.
3) Las tarifas vienen retrasándose por las elecciones. Con los saltos cambiarios y las necesidades fiscales deberán registrar fuertes ajustes a partir de noviembre.
4) El superávit del comercio exterior está en declinación, mientras el déficit de la cuenta de servicio va en fuerte aumento, anticipando un déficit de la cuenta corriente del balance de pagos insostenible para un país muy endeudado que tiene cerrado el acceso al financiamiento privado y saturó el crédito de organismos internacionales.
5) Las tasas de interés son extremadamente altas en términos reales, paralizando el crédito.
6) Pese a la caída de la demanda interna, se consideran necesarias políticas para bajar jubilaciones y costo salarial.
O sea que se hace necesario corregir casi todas las variables comprometidas en un plan de ajuste. Y además de la corrección de precios relativos, hay que contener las fuertes presiones inflacionarias. También está a la vista que todos los indicadores y todas las proyecciones de las consultoras hablan de una tendencia negativa de la actividad económica. Asimismo, debe considerarse que la tasa de inversión es baja y la infraestructura muestra un creciente deterioro por la ausencia de obras.
Crisis
Es obvio que la macro exige hoy profundas correcciones para evitar que la crisis siga profundizándose. La crisis que vivimos es de naturaleza muy distinta a la de 2023, pero no por ello menos grave.
Es obvio que la micro está mal porque la macro está peor, y la única respuesta de la conducción económica es pedir préstamos políticos para cubrir los desequilibrios.
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