¿De dónde saldrán los dólares para pagar la deuda?

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La columna de Horacio Lachman.

La conducción económica viene ganando sucesivas pulseadas con un mercado sediento de dólares. Está logrando, como pretende, un reducido ritmo de devaluación, que constituye una herramienta clave para su meta de contener la presión inflacionaria.

Los precios se resisten a frenar, pero se logra mantenerlos en un nivel muy inferior al de los últimos años. En marzo dieron un salto y el índice trepó a 3,7 % (un ritmo de suba equivalente al de seis meses atrás), pero el gobierno logró volver a achatar la suba unas décimas en abril y todo indica que lo mismo sucederá en mayo.

En la reversión de los sucesivos saltos y frenazos de la inflación juega siempre un papel clave la contención de mini-corridas cambiarías o de reversión de las expectativas de devaluación. No es con nuevos ajustes monetarios (que se mantiene constante) sino por la permanente regulación de una variable clave para la determinación de los costos: el precio del dólar.

Dólar

A mediados de 2024 una fuerte tensión sobre el dólar se revirtió decidiendo abastecer la demanda privada (que ya se alimentaba desde diciembre de 2023 del 20 % de las exportaciones) con el significativo superávit del comercio exterior. Muchos no creyeron que esa estrategia iba a resultar porque se podían agotar las reservas, pero el gobierno despreció la fuerte caída de las reservas del BCRA.

En marzo, todos advirtieron que las reservas se agotaban y volvió la tensión en la plaza cambiaría. ¿Cómo se enfrentó? Con un shock de endeudamiento: un préstamo del FMI con ínédito adelanto de plata, fondos de otros organismos y gestión de apoyo de bancos privados.

Así y todo, muchos dijeron que el dólar iba a subir igual, acelerando la inflación. Entonces el gobierno afirmó (seguido por algunos economistas) que no se iban a comprar más dólares, que simplemente se iban a utilizar para los fuertes pagos de deuda e intereses que fueran venciendo el colchón de préstamos acumulados.

Reservas

Quedó claro, entonces, que las reservas iban a volver a caer, agotando progresivamente los fondos obtenidos con la ayuda principalmente del FMI. Por ende, tampoco se iba a poder cumplir con las metas de reservas asumidas en el nuevo acuerdo con el organismo.

Se volvió a ganar la pulseada: el mercado cambiario volvió a aplastarse. Es natural: la demanda de dólares en la Argentina está vinculada, en una parte sustancial, con las compras de dólares del Estado para pagar los compromisos con el exterior. Si el gobierno no compra y sigue gastando lo prestado por el FMI para pagar la deuda, la demanda del sector privado se equilibra con la oferta, sobre todo en los meses de mayor oferta de dólares de la exportación.

Para contener al dólar se liquidó el superávit comercial del 2024 y ahora el de 2025 y se van esfumando los dólares de los masivos préstamos internacionales. Sin superávit comercial y agotados los préstamos, ¿de dónde saldrán los dólares para pagar la deuda? Ese es el interrogante al que el gobierno deberá dar respuesta, a más tardar, después de las elecciones.