El acceso a la vivienda en la Argentina pasó a ser un anhelo de pocos, creciendo fuertemente la “inquilinización” del ciudadano promedio en las principales urbes del país. Convivir con déficits fiscales crónicos llevó a una necesidad de financiamiento que puso en jaque a nuestra moneda de curso legal. El crédito, así como la adictiva emisión monetaria, fueron la respuesta de un país que le cuesta “ajustarse” a sus reales posibilidades de gastos, con un efecto social devastador generado por la consecuente inflación.
El imprescindible mercado de créditos hipotecarios como necesario apalancador del acceso a la vivienda es casi nulo y no existen condiciones factibles para su desarrollo. En definitiva, matamos la moneda local que mató al crédito hipotecario y, cuando la alternativa que quedaba era alquilar, matamos la oferta de alquileres con regulaciones (ley) que impidieron el normal acuerdo entre las partes, ya amparado en el Código Civil y Comercial.
Caución
Larga vida para el seguro de caución de alquiler, que deberá buscar la manera de hacerse más accesible (bajar barreras de entrada) para atender una situación social apremiante que busca el acceso a la vivienda. Mientras tanto, se vencen por mes más de 60 mil contratos de alquiler, donde la angustia del inquilino se mezcla con la no conveniencia del propietario, llegando -en el mejor de los casos- a generar prórrogas en busca de un escenario más claro.
Afianzadora está lista para atender aquellos mercados de inquilinos emergentes, buscando ofrecer un producto que tendrá condiciones de contratación mejoradas para que la familia argentina acceda a lo principal: una vivienda digna.
Columna escrita por Mariano Nimo, gerente general de Afianzadora Latinoamericana.
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