La columna de Horacio Lachman.
Donald Trump le explicaba a una periodista: “No digas que están muy bien. Se están muriendo, ¿entendés?”. Con esas palabras, el presidente estadounidense parecía transformar la cuantiosa ayuda financiera a nuestro país en un salvavidas de plomo.
Cifras de la macro
Para recuperar la gobernabilidad no basta con buenos modales: hay que hacer una política económica consistente.
Con la acumulación de un aumento del 7% del índice de precios mayorista en el bimestre agosto-septiembre, no hay lugar para pensar que la política antiinflacionaria sea hoy exitosa en la Argentina. Hay que tener en cuenta que el costo de vida fue del 1,5% mensual en mayo y desde entonces no para de crecer.
Octubre no sería un mes de significativo cambio de tendencia. Pero lo que es obvio es que llegamos a noviembre con precios que nos alejan del equilibrio externo y fiscal, según todas las opiniones. Por ello se esperan aumentos pronunciados del dólar y las tarifas antes de finalizar el año. No sólo la inflación desbordará ampliamente las metas oficiales para 2025, sino que 2026 arrancará con tendencia ascendente.
Actividad económica
En cuanto al ritmo de actividad económica es increíble que algunos hablen de “desaceleración”. Los indicadores macro ya definen una clara recesión que se va profundizando. En realidad, la caída de 2024 podría haber sido mayor de no mediar que se comparara con un pobre 2023, cuando, además de la elevada inflación, se sufrió la peor sequía del siglo -que impactó también sobre la agroindustria- y el derrumbe de diciembre, que reflejó el impacto del plan económico del nuevo gobierno.
La recuperación en el segundo semestre de 2024 fue importante, pero aún los más optimistas reconocían que era “heterogénea”. Los hechos demostraron que, más que “heterogénea”, fue precaria, impactando sólo sobre sectores de poco derrame, como petróleo y minería. Los indicadores macro mostraron caída del PBI desde febrero de 2025. Luego, prácticamente todos los sectores comenzaron a mostrar retrocesos no sólo intermensuales, sino también interanuales.
Los pronósticos optimistas de comienzos de año de muchas consultoras y organismos internacionales fueron reduciéndose mes a mes. Las estadísticas oficiales muestran caída de actividad en el segundo y tercer trimestre y este octubre, aún sin cifras, quedó en evidencia con la pronunciada caída de ventas para el Día de la Madre. Está a la vista que diciembre de 2025 tendrá un nivel de actividad varios puntos menor al de 2024 y que 2026 arranca con un arrastre negativo, difícil de revertir.
Desequilibrios
Todo ello se produce en una economía que, pese al ajuste social, exhibe profundos desequilibrios y requiere grandes y reiterados paquetes de ayuda internacional. Esos paquetes vienen a cubrir, en parte, los vencimientos de una deuda externa de arrastre, pero también una creciente fuga de capitales. La posibilidad de refinanciación normal en los mercados se descarta por una tasa de riesgo país en crecimiento desde comienzos de año y que en estos días se acelera.
La deuda interna se redujo y sus plazos se ampliaron, pero, aún así, se hace cada vez más difícil de renovar, provocando excedentes monetarios que empujan al dólar. La corrida comenzó a generarse cuando aún el riesgo electoral no existía porque el Gobierno encabezaba las encuestas. Es decir, la corrida fue producto de la inconsistencia en la política económica que exige pronta solución para evitar una grave profundización de la crisis.
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