La columna de Horacio Lachman.
Nuevamente, en un pico de tensión financiera, la conducción económica encuentra una respuesta que permite calmar las aguas.
Hace más de un año, se apeló a la decisión de pasar todo el superávit comercial al mercado financiero, comenzando entonces con la pérdida muy significativa de reservas en el Banco Central. Luego fue el blanqueo, y en marzo pasado, lograr un nuevo aporte del FMI, sumando al préstamo vigente de 45 mil millones de dólares -un monto sin precedentes en el mundo y que ya era a todas luces impagable- otros 20 mil millones.
Tregua
Actualmente, cuando la economía entró en un proceso francamente recesivo, se encuentra -ya con un doloroso sacrificio de recursos fiscales y nuevas presiones inflacionarias- una nueva tregua. Ahora se logra vía baja de retenciones y un apoyo financiero muy especial del gobierno de Trump.
¿Se trata de medidas de fondo que modifican o perfeccionan el modelo que había conducido a las crisis? La frecuencia con que se desafía a la política económica y la magnitud creciente y cada vez más onerosa de las soluciones que se encuentran hablan de que estamos frente a respuestas sólo transitorias.
Elecciones
¿Cual sería la solución genuina si se pretende no alterar el modelo? Sólo se encuentra una respuesta: que la capacidad política y la confianza de los mercados renazcan con un triunfo amplio en las elecciones del 26 de octubre. Todo indicaría que los paliativos alcanzarán hasta esa fecha, pero el triunfo político al que se pusieron todas las fichas aparece como un desafío inmenso.
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