La columna de Horacio Lachman.
Las tendencias favorables de los mercados, que se esbozaron luego del acuerdo con el FMI hasta alcanzar cierta estabilidad cambiaria, parecen revertirse.
BONTE 2030
Todo indica que la colocación del BONTE 2030 no generó la confianza que se esperaba. Fue contraproducente: la tasa de 29 % anual que exigió el mercado es, a todas luces, excesiva. Inviable como camino para avanzar.
El país enfrenta la gigantesca volatilidad global generada por la gravedad de las guerras en curso, que no paran de extenderse, y la distorsiva política arancelaria de EE.UU. Ello, naturalmente, crea un escenario muy difícil para un país como el nuestro, que necesita exportaciones y crédito del mundo.
La situación se agrava porque la estrategia argentina acentúa los problemas de la coyuntura: favoreciendo las importaciones; sobreendeudándose; e incumpliendo las metas de reservas que firmó pocas semanas atrás con el FMI (pese al apoyo extraordinario que el organismo le brindó).
Respaldo político
El gobierno obtuvo en las elecciones en CABA un respaldo político que debería haber fortalecido la confianza. Pero el modelo elegido de no comprar reservas para aplastar más al dólar hace al país cada vez más dependiente de un endeudamiento que ya le es muy esquivo.
El riesgo país no baja y el intento, a través del BONTE 2030, es insostenible por lo oneroso. Hay una expectativa que después de las elecciones se lleve adelante una política económica más realista. Pero la acumulación de desequilibrios con el que se llegaría a noviembre hace que ellos sean, técnica y políticamente, cada vez más difíciles de superar.
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