Leve crecimiento con profundo desequilibrio externo

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Impulsada por la actividad agropecuaria y la construcción, la actividad económica en marzo tuvo el repunte esperado y creció un 1,9% respecto a febrero, de acuerdo a las cifras recientemente difundidas por el INDEC. En términos interanuales, ese crecimiento fue muy reducido, de apenas un 0,8%, y de esa forma para el primer trimestre del año la producción mostró un aumento del 0,1% respecto del mismo período de 2016. Los niveles desestacionalizados de producción de marzo fueron inferiores a los observados durante todo 2013 y 2015, es decir que la economía está muy lejos de un período de bonanza, ya que aquellos años, como lo señalan las autoridades económicas, no fueron de crecimiento significativo para el país.

El interrogante es si, luego del prolongado ciclo recesivo, la mejora de las cifras es signo del comienzo de un ciclo de crecimiento sostenido o exclusivamente el resultado de la mejora de ingresos al agro, después de la drástica baja de las retenciones, y de la acumulación de programas de obra pública. Debe tenerse en cuenta que el gasto público reactivante con un cronograma claramente atado a las fechas electorales se produce en el marco de un pronunciado déficit fiscal que está generando una emisión que obliga a la explosiva acumulación de deuda del Banco Central, que comentamos en notas anteriores. No cabe duda que ese nivel de obra resultará insostenible cuando se haga impostergable el ajuste.

Pero la vulnerabilidad del débil proceso de crecimiento que se inició se refleja particularmente en el pronunciado deterioro del sector externo. Y en ese sentido, el INDEC dio a conocer las cifras del comercio exterior de abril y se advierte que el saldo volvió a ser deficitario, como desde que se inició el año. En abril del año pasado se había registrado un superávit de 372 millones de dólares, pero en esta ocasión un fuerte aumento de las importaciones del 13,6% frente a un débil aumento de exportaciones de apenas el 1,7% llevó a un déficit de 139 millones. Mientras en el primer cuatrimestre del año pasado se había registrado un saldo equilibrado, en este año se acumula un déficit de 1.217 millones de dólares. Debe advertirse que en la última década, hasta el año 2013, Argentina acumulaba superávit de varios miles de millones de dólares en el primer cuatrimestre. Y no era un escenario especial. Argentina necesita imperiosamente elevados superávits comerciales anuales superiores a los 10 mil millones de dólares para compensar el déficit de la cuenta corriente del balance de pagos, donde pesan con fuerza negativa los intereses, dividendos, turismo y otros servicios.

Este resultado negativo del comercio exterior marca entonces un crecimiento vertiginoso del déficit en la cuenta corriente del balance de pagos, de forma que el país tiene cada vez menor capacidad de repago del acelerado endeudamiento en el que está incurriendo. El déficit fiscal no sólo impulsa la inflación, sino que financia un creciente desequilibrio externo.