Durante el tercer trimestre del año, la actividad económica mostró un crecimiento del 4,2% respecto al mismo período del año pasado. Este incremento supera la caída observada durante el tercer trimestre de 2016 del 3,7%, de forma que se advierte una leve ventaja sobre 2015. Esa diferencia prácticamente desaparece si se abarcan los nueve meses del año. En este período se registró un incremento del 2,5% de la actividad, pero en el mismo período de 2016 se observó una caída del 2,4%. La diferencia con el nivel de 2015 es mínima.
Se plantea como interrogante la continuidad del ciclo de crecimiento más allá de la recuperación de la etapa recesiva de 2016. En principio, hay una desaceleración del crecimiento en los últimos meses registrados. Mientras que en junio y julio hubo crecimientos mensuales del 0,4% y el 0,6% respectivamente, en agosto y septiembre esa expansión se redujo al 0,2% y 0,1% para cada mes. Por otra parte y según FIEL, la industria mostró en noviembre un crecimiento interanual mucho más débil que el que se observó en el segundo y el tercer trimestre del año.
Entre los factores que pueden limitar la continuidad del proceso de crecimiento se encuentra el atraso cambiario con el fuerte incremento de importaciones de bienes de consumo y dificultades en la exportación, las altas tasas de interés que impulsa el Banco Central como estrategia antiinflacionaria, y la posible declinación de la obra pública en la etapa postelectoral en la medida que el ajuste fiscal pasó a ser prioritario.
