¿De qué sirve el termómetro si se ignora la fiebre?

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Argentina vive en default desde abril de 2018 y, desde entonces la corrida cambiaria, sólo se “contiene” con gigantescos planes del FMI -que fracasan uno tras otro- y tasas de interés inverosímiles que contribuyen decisivamente a hundir la actividad productiva. Es obvio que esa situación se origina en el exagerado endeudamiento externo que contrajo el gobierno. El mismo gobierno señaló que recibió un país poco endeudado y ahora no se puede pagar la deuda, pero afirma que la deuda se origina en la herencia recibida.

También el gobierno reconoció que no sabía de la dramática situación social hasta que se dio cuenta de que la gente tenía bronca -porque “se le había exigido demasiado”- cuando recibió un “palazo” en las elecciones. O sea, cuando se dio cuenta que iban a perder.

Sin duda, una de las pocas cosas buenas que se hicieron en materia económica estos años fue terminar con la falsificación de las estadísticas que el gobierno anterior concretó interviniendo el INDEC. La importancia de las estadísticas económicas y sociales es, principalmente, que brindan a la población información sobre la realidad económica. También deben servir para brindar a las autoridades herramientas que permitan evaluar el impacto de las políticas que van aplicando a lo largo de su gestión.

El actual gobierno, si bien saneó el INDEC, parece que no lee sus informes. Ignora la situación real y cuando hace un análisis no toma en cuenta lo que realmente está pasando. Desde un comienzo hizo pésimos diagnósticos de la situación anunciando que la inflación bajaba cuando subía y que el crecimiento era sostenido cuando era frágil y esporádico o directamente inexistente. O sea que el INDEC elabora cifras correctas, pero o no se las conoce, no se sabe interpretarlas o, quizás, se quiere engañar a la población sobre cómo van las cosas.

Tampoco tiene en cuenta las cifras para evaluar su propia política económica y social. Aunque todos los indicadores demuestran que vamos muy mal, reitera que “va seguir por el mismo camino pero más rápido”.

Todos los análisis serios, locales e internacionales, señalan que la Argentina tiene un gigantesco problema con la sustentabilidad de su deuda externa y, sin embargo, se pretende negar el hecho. Se habla de que se mejoró la situación fiscal cuando el Estado tomó una deuda que no puede pagar. ¿Hay mayor fracaso de la política fiscal que llevar al Estado y al Banco Central a la quiebra?

Pero al gobierno no le importa. Afirma que el país está sólido para encarar el futuro y que llegó la hora del bienestar, cuando todos los indicadores demuestran -y en ello coinciden todos los economistas- que hoy es necesario un duro ajuste para crear mínimas condiciones de recuperación.

Es imperdonable romper el termómetro, pero mucho peor aún es ignorarlo y envenenar al paciente.